Una universidad bajo el volcán

UNA UNIVERSIDAD "BAJO EL VOLCAN"

Antonio González F.

El día veintidós de julio de este año (1989), alrededor de las dos de la madrugada, un grupo de individuos fuertemente armados penetró en el campus de la "UniversidadCentroamericana" (UCA) de San Salvador. Se dirigieron al área donde se encuentra la imprenta universitaria y colocaron siete potentes bombas. De éstas estallaron cuatro, destruyendo o dañando gravemente el equipo de computadores, levantadoras de textos, archivos, programas y materiales de procesamiento así como buena parte del mobiliario de oficina y de la estructura del edificio. También un transformador de energía eléctrica y el autobús de la universidad fueron parcialmente destrozados; pero afortunadamente no hubo que lamentar daños personales. Las máquinas pesadas de los talleres gráficos, que son en realidad lo más valioso de la imprenta, se salvaron gracias a que el explosivo que les estaba destinado no estalló.

No son estos ni muchos menos los primeros ataques que recibe la UCA en los últimos años pero, a diferencia de ocasiones anteriores, las bombas no pretendían primeramente amedrentar a las autoridades universitarias y a los trabajadores, sino más bien destruir un elemento neurálgico de la misma: los talleres gráficos, cuyo volumen de producción e influjo en la opinión pública nacional es indiscutible. Sin embargo, no faltaron elementos comunes con atentados anteriores: los hechores actuaron en total -y significativa- impunidad, a pesar de que la imprenta universitaria se halla situada a menos de doscientos metros de unas instalaciones militares. De hecho, el ataque físico culminó varios meses de una campaña de prensa contra la UCA, orquestada por los medios de comunicación de la extrema derecha, ahora más confiada que nunca tras el acceso al poder del presidente Cristiani. La universidad había sido tachada de comunista, "liberacionista" e incluso de ser enclave y base de operaciones de laguerrilla. Varios de sus responsables y trabajadores, sobre todo los más comprometidos en áreas "delicadas" como los derechos humanos, han sido y siguen siendo públicamentecalificados como "terroristas" por altos oficiales del gobierno salvadoreño.

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Tal vez estos datos se salen un poco de la imagen -más o menos apacible y elegante- que en España solemos tener de lo que es una universidad privada, para más detalles dirigida por una congregación religiosa. De ella se esperarían en principio una cierta seriedad y nivel académico, pero no explosiones o acusaciones de terrorismo por parte del gobierno. Sin embargo, la UCA goza en El Salvador no solamente de la estima y de la confianza de una gran parte de la población, sino también de un prestigio intelectual y de una autoridad moral reconocidos en toda Centroamérica. Esto es lo que trataré de explicar, dentro de los límites de este artículo, a partir de la experiencia que me han proporcionado dos años de trabajo en esta universidad, con la esperanza de trasmitir a los lectores algunas perspectivas sobre lo que puede ser el papel de la vida académica en el -así llamado- "tercer mundo" y, más enconcreto, en una situación tan difícil como la salvadoreña.

1. Una universidad para el desarrollo

La Universidad Centroamericana "José Simeón Cañas" fue fundada a principios de los añossesenta y bautizada con el nombre del prócer de la emancipación de los esclavos tras la independencia de España. Fue promovida por varios grupos privados, que proporcionaron el capital inicial y los terrenos necesarios a las afueras de la ciudad, junto al hermoso y sereno volcán de San Salvador. La dirección se encomendó a los padres jesuitas, pero no así la propiedad, ya que según las leyes salvadoreñas una universidad no puede pertenecer más que a sí misma. Los objetivos de la institución se enmarcaban en aquél entonces, al igual que toda la reforma educativa que realizaba el gobierno, dentro de los esquemas del llamado "desarrollismo": se trataba de dotar al país con los buenos profesionales que hicieran posibleslos presupuestos técnicos y humanos del deseado progreso económico. Se pensaba que la causa principal de la pobreza en el Tercer Mundo no era otra que el atraso cultural, y que la "modernización" de las mentalidades traería sin más un rápido progreso. Esta es la razón porla que las carreras privilegiadas fueron por aquél entonces las distintas ingenierías -El Salvador cuenta con enormes recuersos hidráulicos- y la economía. Con esto se pretendía complementar también a la Universidad Nacional en las especialidades donde ésta era más débil y no en aquéllas -como la medicina- que ya tenían un nivel indiscutible. También se buscaba crear una universidad católica, donde fueran posibles los estudios más específicamente eclesiásticos que precisaba el clero salvadoreño.

La UCA se conviertió en una prestigiosa universidad, experimentando en pocos años un enorme crecimiento en el número de alumnos, que hoy se sitúa por encima de los 6.000, lo cual es sin duda, para las proporciones del país más pequeño del continente americano, una cantidad considerable. Sin embargo, el carácter privado de la universidad y la carencia de subvenciones estatales determinaba en aquél entonces la limitación de los posibles estudiantes a los sectores sociales más favorecidos. A esto hay que añadir el hecho de que, para muchas familias económicamente privilegiadas, la Universidad Nacional comenzaba a resultar molesta por su creciente politización. La UCA ofrecía a sus ojos más calidad y también menos huelgas y agitaciones. Sí, puede decirse que la UCA comenzó siendo una universidad distinguida y apacible. Sin embargo, la evolución histórica de El Salvador y, con ello, el papel mismo de la UCA habrían de ser muy distintos de lo esperado.

2. Las raíces profundas del problema salvadoreño.

Las causas de la pobreza reinante en El Salvador y, en general, en los pueblos del "tercermundo", se han ido revelando como mucho más profundas de lo inicialmente pensado: no se trata de una simple cuestión de atraso cultural, sino de un problema estructural. Por esomismo, no basta con formar ingenieros para alcanzar el "desarrollo", sino que hay que atacarel problema en sus verdaderas raíces. El Salvador, como los demás países centroamericanos, sostiene su economía sobre el cultivo de productos básicos destinados a la exportación: en concreto, algodón, caña de azúcar y café, siendo este último la principal fuente de divisas. Ahora bien, el café, por su misma estructura productiva, exige de grandes concentraciones de capital y de tierras, lo cual ha determinado profundamente la historia de El Salvador desde la independencia1?. Las reformas agrarias liberales en el siglo pasado abolieron las pocaspropiedades comunales que los grupos indígenas habían logrado conservar durante la colonia y favorecieron el acaparamiento de las mejores tierras por un pequeño grupo de terratenientes: las -así llamadas- "catorce familias", todas ellas de origen europeo y cuyo nivel de vida notiene nada que envidiar al de las más finos ciudadanos del primer mundo. Frente a ellas, una inmensa masa de campesinos sin apenas tierras propias, convertidos en jornaleros esporádicos en la estación de las "cortas" del café, en las cuales han de participar hasta los más pequeñosde la casa si se quiere que los raquíticos salarios alcancen para el resto del año.

Por todo ello, El Salvador es ya desde antiguo un verdadero volcán social. En 1930 ganó las elecciones un gobierno reformista que abrió ciertas posibilidades de organización sindical y política para el campesinado. Pero dos años después un golpe de estado lleva al gobierno al general Maximiliano Martínez, que se tiene que enfrentar a un levantamiento general de los campesinos en los departamentos occidentales -mayoritariamente indígenas-. La respuesta militar fue de una brutalidad pavorosa: en pocos días las ejecuciones masivas de poblados enteros dejaron más de 20.000 víctimas y un miedo proverbial en la población de esas zonas a cualquier tipo de organización o de protesta2?. Desde entonces las "catorce familias" hanejercido ininterrumpidamente un poder absoluto en el país, sirviéndose de sucesivos dictadores militares, con algún que otro civil en los entreactos. A diferencia de otros países de Latinoamérica, donde la oligarquía se vio obligada a hacer algunas concesiones a los movimientos populares, la situación salvadoreña se ha caracterizado en este siglo por la más absoluta cerrazón del grupo privilegiado, sobre todo de los terratenientes cafetaleros, a cualquier tipo de reforma social3?.

En tales condiciones, se entiende que las esperanzas en la "modernización" y en eldesarrollo pronto se revelaran como ingenuas. El Salvador, como la mayor parte de las naciones latinoamericanas, es por una parte dependiente de los inestables precios de los productos agrarios básicos, los cuales son determinados por mercados internacionales que escapan a todo control de los países productores. Por otra parte, solamente una pequeña minoría es la que, en el interior del país, se beneficia de la actividad agroexportadora. De hecho, el grupo dominante no hizo nunca gala del nacionalismo que verbalmente suele proclamar: la mayor parte de los ingresos de la exportación, e incluso muchos créditos internacionales, nunca revirtieron en inversiones productivas para el país o siquiera para Centroamérica, sino que, por regla general, desaparecieron en las seguras cuentas de los bancos europeos y norteamericanos, o en el deslumbrante consumo privado de unos pocos. Los grandes proyectos de ingeniería trazados en los años sesenta, como por ejemplo el gran embalse del Cerrón Grande, donde la UCA colaboró activamente, estaban prácticamente destinados a ahogarse en el pantano de unas estructuras sociales injustas, de la dependencia externa y de la corrupción administrativa.

3. Nueva conciencia de la Iglesia latinoamericana.

A la progresiva toma de conciencia sobre estas realidades hay que añadir, para entender la actividad de la UCA, el cambio producido en la Iglesia latinoamericana después del Concilio. A finales de los años sesenta aparecen ya la primeras reflexiones de la llamada "teología de la liberación", que se ven recogidas y confirmadas en sus contenidos fundamentales por las asambleas episcopales de Medellín (1968) y -más tarde- de Puebla (1979). De lo que se trata es, en el fondo, del descubrimiento de que la salvación cristiana -el "Reino de Dios"- no es un mero asunto del "más allá", sino que comienza ya en esta historia, -"está ya entrenosostros", como dice el Evangelio-. Por eso mismo, anunciar el Reino de Dios a un pueblo mísero y explotado, carente de todo derecho y condenado a vivir en los puros límites de la supervivencia física, incluye positivamente el acompañamiento de este pueblo en sus esfuerzos históricos por la liberación. Esto ha significado, para la Iglesia latinoamericana, el replanteamiento profundo de sus preferencias, de sus fidelidades y de sus compromisos: ¿no habrán sido los cristianos con frecuencia cómplices, testigos silenciosos o simples plañideras ante las tremendas injusticias a las que la mayoría de los pueblos del continente han estado sometidos desde los tiempos de la conquista? ¿No ha seguido la Iglesia muchas veces el fácil camino de legitimar al poderoso en lugar de tomar partido -como fray Domingo de Las Casas- por los humillados y ofendidos, por los que él llamaba "los Cristos azotados de las Indias".

Esta transformación de la conciencia cristiana latinoamericana tendrá no pocas consecuencias para la futura orientación de la UCA, que pasará a entenderse a sí misma como una "universidad para las mayorías populares". Una buena parte de sus esfuerzos intelectuales se encaminará a preguntarse por las raíces históricas y estructurales de la situación salvadoreña y a buscar las soluciones adecuadas. El análisis y la reflexión sobre la realidad nacional y centroamericana en todos sus niveles -económico, sociológico, político, cultural, etc.- ocupa buena parte de los esfuerzos de la universidad en los años setenta y, con ello, se reorienta el contenido de muchas carreras y se introducen otras nuevas, como la sociología, el derecho o la filosofía. A esta actividad de investigación se una una importante labor difusora por medio de la editorial universitaria y de un creciente número de boletines y de revistas, los cuales constituyen hoy en día una de las pocas fuentes serias de información sobre la realidad salvadoreña. Por su parte, el "Centro de Reflexión Teológica" (CRT) contribuirá a ladivulgación de la nueva auto-compresnión de la Iglesia latinoamericana y de sus responsabilidades ante un mundo de injusticia y de opresión.

Evidentemente, todos estos cambios no pasan desapercibidos y trajeron desde el principio no pocas dificultades e incomprensiones a la comunidad universitaria. El mero planteamiento de la necesidad de llevar a cabo una profunda reforma agraria suscitó las primeras acusaciones de "comunismo". Las autoridades universitarias comienzan a recibir amenazas de muerte porparte de los grupos de extrema derecha, que harán famoso el lema "haga patria, mate uncura". La universidad perdió también muchas de sus amistades tradicionales: muchas familias "distinguidas" empezaron a sospechar que la UCA ya no era un lugar conveniente para sushijos, pues podían ser "indoctrinados" con ideas peligrosas. Al mismo tiempo, las puertas dela universidad se van abriendo lentamente a otros sectores sociales: se introduce un nuevo sistema de matrícula y de becas en virtud del cual cada alumno paga en proporción a la declaración fiscal de los ingresos familiares. Estudiantes de extracción popular pueden hoy -ciertamente no sin muchos esfuerzos- estudiar en la UCA.

4. El Salvador en erupción.

Puede bien decirse que la universidad contribuyó, durante los años setenta, a la formación de una nueva intelligentsia en El Salvador, en torno a la cual se desarrollarían distintas iniciativas políticas de reforma, que irían cuajando en distintos partidos políticos de tendencia demócratra-cristiana o socialista. Sin embargo, el gran drama de El Salvador consiste, por una parte, en que estas nuevas iniciativas chocaron con la oposición radical y violenta de la oligarquía, temerosa de que la apertura de que el más leve resquicio de reforma significara el resquebrajamiento de su imperio. Por otra parte, esa contumaz resistencia llevará al enfrentamiento armado, que acabará por situar a los nuevos grupos políticos en dos bandos irreconciliables: la oligarquía y el ejército por un lado, la guerrilla de izquierdas por el otro. Todavía en 1977, en las últimas elecciones mínimamente libres que ha tenido El Salvador, triunfa abrumadoramente una coalición formada por el partido demócrata cristiano de Napoleón Duarte y el MNR (socialdemócrata) de Guillermo Ungo, profesor de la UCA. La reacción del ejército es la anulación de las elecciones y la represión brutal contra los vencedores, que abandonan precipitadamente el país. Aquélla fue tal vez la última oportunidad que El Salvador tuvo de evitar la guerra civil.

A partir de ese momento van cobrando cada vez más protagonismo los distintos grupos de oposición armada, que acabarán dando lugar a las actuales guerrillas del FMLN. Los partidos políticos y los sindicatos se ven obligados a pasar de nuevo a la clandestinidad. La Iglesia comienza a tomar posición cada vez más clara contra la violencia reinante. Y comienza también a ser perseguida. Decenas de catequistas, responsables de las comunidades de base, animadores pastorales son asesinados por ejército o por los distintos grupos policiales. El jesuita Rutilio Grande, párroco rural, es asesinado por agentes del gobierno. También la UCA recibe frecuentes amenazas y estallan las primeras bombas. El país se va adentrando más en una situación de verdadero genocidio: aldeas enteras, sospechosas de "subversión" sonsimplemente aniquiladas. En estos años (1977-1980) está al frente de la Archidiócesis de San Salvador Monseñor Romero, quien asumirá valientemente la defensa de los perseguidos, de los desaparecidos y asesinados, poniendo todo el peso de su autoridad del lado de los más pobres y buscando poner fin por medios racionales a tanto derramamiento de sangre. La Universidad Centroamericana gozaba de su confianza y colaboró muy estrechamente con él en ese período.

En 1979, a instancias de Estados Unidos, una junta de militares jóvenes, a la que se suma el partido demócrata-cristiano, toma el poder e intenta un proyecto de reformas sociales. Pero éstas llegan ya demasiado tarde. El país se encuentra en plena guerra civil, la represión es incontenible y escapa de las manos de los gobernantes nominales: los tristemente célebres "escuadrones de la muerte" campan por sus respetos. Entretanto, la guerrilla anuncia su"ofensiva final". La misma junta político-militar que gobierna el país se dividedefinitivamente entre quienes consienten en colaborar con la represión y quienes se pasan al movimiento insurreccional. Monseñor Romero pide en una carta abierta al presidente Carter el fin de la ayuda militar al gobierno salvadoreño como único modo de contribuir a la paz. En su homilía del 23 de marzo de 1980 proclama la inutilidad de unas reformas bañadas con sangre y exige a las bases del ejército y de la policía el cese de la represión. Es asesinado al día siguiente.

5. Una universidad bajo el volcán.

La actividad de la UCA en estos diez últimos años está marcada por la guerra civil que desde entonces vive el país y que ya ha costado más de 60.000 muertos. La supervivencia de una universidad en este contexto no es sin más evidente: la Universidad Nacional fue simplemente tomada por el Ejército, muchos de sus profesores fueron asesinados, y sus propiedades -hasta el último pupitre- desaparecieron en el mercado negro. La UCA, a pesar de muchas amenazas y atentados, se ha salvado de un destino semejante, en parte gracias a su carácter religioso y a los apoyos internacionales. Por otra parte, el ritmo de la guerra ha ido transformándose en este tiempo: de una inicial insurrección popular se ha pasado a lo que los estrategas norteamericanos denominan una "guerra de baja intensidad"; los combates frontalesde los primeros años han sido sustituidos por una clásica guerra de guerrillas. Esto, evidentemente, no le quita ninguna gravedad a la situación: la sangría del pueblo salvadoreño sigue lenta pero imparable. Las grandes masacres del inicio de la guerra han dado paso a métidos más refinados: "desapariciones", secuestros, amenazas y muertes selectivas, sobretodo en el campo y en los barrios populares. La situación económica de la población civil, muchas veces atrapada entre dos bandos, no cesa de empeorar. No obstante, la presión externa ha conducido a una cierta suavización en las formas: al menos desde 1984 se respetan en la capital -dentro de unos límites más bien estrechos- algunos derechos democráticos, se ha levantado el toque de queda, y hay una cierta libertad de expresión.

Semejante situación permite a la Universidad unos ciertos márgenes de existencia y de actividad, que serían prácticamente impensables sin el apoyo y la solidaridad de organizaciones internacionales. Una de las tareas fundamentales de la UCA sigue siendo sin lugar a dudas la formación de profesionales cualificados, lo cual, a pesar de todas las dificultades, es de importancia decisiva para el futuro de El Salvador. En este campo es la UCA sin duda la mejor universidad del país, aunque cuenta con la competencia de un número altísimo de universidades privadas de desigual calidad, que surgieron en el país tras el cierre de la Universidad Nacional, la cual se halla tras su reapertura en estado de grave postración por carencia de presupuesto. Otra actividad capital de la UCA es el análisis constante de la realidad salvadoreña: en la universidad funciona desde hace pocos años un centro de información y documentación (CIHDAI), el cual, junto con su boletín informativo semanal y la revista "Estudios Centroamericanos" (ECA), también editada en la universidad, constituyeuna fuente imprescindible de datos para quien desee investigar seriamente la situación salvadoreña y centroamericana. Por otra parte, el Instituto de Derechos Humanos de la UCA colabora con otras instituciones como la Comisión de Derechos Humanos de El Salvador (no gubernamental) y con el instituto de Tutela Legal del Arzobispado en la ayuda a los familiares de los presos políticos, de los desaparecidos y asesinados, contribuyendo con esto a mantener despierta la conciencia sobre las actividades de un Estado que -no se olvide- sigue en los primeros puestos de la "lista negra" de las Naciones Unidas.

Pero tal vez una de las tareas más importantes de la UCA sea el trabajo por alcanzar la paz en una país desangrado por una década de guerra civil. Este trabajo se concreta en eventuales mediaciones (la UCA es un interlocutor accesible para ambos bandos) y, sobre todo, en el apoyo al actual arzobispo de San Salvador, Rivera y Damas, quien ha desempeñado un papel decisivo en el acercamiento del gobierno y de la guerrilla a la mesa del diálogo. En este sentido, la infraestructura material e intelectual de la UCA fue de suma importancia para posibilitar, en el año 1988, el llamado "Debate Nacional", que congregó a decenas de organizaciones sindicales, gremiales, empresariales, profesionales y culturales, y de donde brotaron propuestas concretas de paz que fueron después presentadas al gobierno y a la guerrilla. Esta labor en búsqueda de una paz justa es, en cierto sentido, una actividad política y, en cuanto tal, no está libre de ambigüedades. Además, la visión de la realidad que se alcanza desde los ámbitos y desde las actividades académicas e intelectuales es por fuerza parcial y necesita ser complementada por quienes viven y sufren más en directo las consecuencias de la injusticia y de la guerra. No obstante, se trata de una labor verdaderamente necesaria, que no cae en absoluto fuera del campo de acción de una universidad, si es que la vida intelectual y académica tienen todavía algo que ver con la búsqueda de la verdad y de la justicia.

El nuevo año 1990 puede ser decisivo para el Salvador. En los últimos meses, la guerrilla ha sorprendido a la opinión pública proponiendo la deposición de las armas y su integración a la vida pública como partido político a condición de ciertas reformas democráticas fundamentales. Sin embargo, el nuevo gobierno, surgido hace meses de unas elecciones que hacen más que cuestionable su legitimidad, no permite muchas esperanzas. El partido gobernante, ARENA, fue fundado por el tristemente célebre mayor d'Abuisson, líder de los "escuadrones de la muerte" y representa a los grupos más conservadores del país. De momento, el presidente Cristiani ya ha anunciado que no acepta a Monseñor Rivera como mediador y que éste ha de dedicarse "a sus tareas específicamente religiosas", al tiempo que los ataquescontra la UCA han tomado nuevamente fuerza. De todos modos, el gobierno está sometido a fuertes presiones externas e internas y la posibilidad de pasos concretos hacia la paz no es totalmente descartable.

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Quizá algún lector esperaba haber encontrado en estas páginas más detalles sobre la vida universitaria y no tantos datos sobre la historia reciente de El Salvador. Sin embargo, esto resulta a mi modo de ver casi imposible: por mucho que la actividad intelectual y académica precise de un importante grado de independencia y de autonomía, lo cierto es que la realidad de una universidad está indefectiblemente unida a la sociedad en la que se encuentra, sea para bien o para mal. La UCA quiso que esta vinculación a El Salvador fuera para bien, es decir, quiso que sus esfuerzos revirtieran en beneficio de las mayorías marginadas y empobrecidas. Ciertamente las muchas dificultades que la UCA ha experimentado en estos años no son comparables con lo mucho que han sufrido y sufren los salvadoreños, sobre todo los más pobres. Sin embargo, la UCA tiene al menos el mérito de no haber cerrado los ojos ante esta realidad, refugiándose en las torres de marfil de un falso saber o de una cientificidad sin contenidos reales. Por eso, el futuro de la UCA, en la medida en que sea fiel a sus principios, está unido al destino del pueblo salvadoreño al que quiere servir.



1 Sobre el desarrollo socio-económico de El Salvador puede verse el excelente libro de David Browning, El Salvador, la tierray el hombre, San Salvador, 1975.

2Sobre el levantamiento del 32 existe el famoso libro del norteamericano ThomasAnderson, El Salvador's Communist Revolt of 1932, Lincoln, 1971.

3Que semejante cerrazón habría de conducir a un sangriento callejón sin salida yalo preveía en 1973 el también norteamericano Alastair White en su investigación histórica sobre El Salvador (edición castellana en San Salvador, 1987).